Saturday, December 8, 2007

COLOTLÁN ES EL PUEBLO AL QUE ANHELO VOLVER!


Yo no nací en Colotlán, soy un chilango afortunado que llego a este bello pueblo obligado por la necesidad de mi Padre, un mojado mas a probar suerte en el país vecino.

Era abril de 1983 cuando mi familia y yo nos mudamos a Colotlán influenciados por el hermano de mi padre.

A partir de ese entonces mi infancia dio un giro radical porque en la ciudad de México me sentía preso y obligado a no permanecer retirado de mi casa por mas de dos cuadras. A decir verdad no tengo muchos recuerdos gratos de la ciudad y los pocos se han convertido en algo así como un mal sueno del cual me he liberado con el transcurso del tiempo.
Al llegar a Colotlán me encontré con un pueblo en aquel entonces lleno de carisma, pequeño, curioso y divertido para un niño lleno de energía como yo. Gozaba el ir a nadar a la muy famosa mezquitera (hoy desaparecida) y escudriñar por las propiedades de buen amigo Ruben el loco en búsqueda de alguna paloma que cazar o el individuo barato pero muy orgánico y original al llevar su aventura de amor a su culminación en el hotel mas amplio y económico conocido por mi en ese entonces. "HOTEL JARALES"

En ese lugar descubrí a grandes personalidades hijos e hijas de gente muy religiosa y adinerada que se deleitaban en su aventura, pero esas son anécdotas que prefiero no relatar.

Ahora, siguiendo la tradición de muchos mexicanos me vi envuelto en la necesidad de buscar suerte en el país del tío Sam aunque nunca he dejado de pensar en el pueblo maravilloso que deje atrás y que intento adentrar en el corazón de mis hijos y esposa esperando que algún día quieran y respeten a Colotlán tanto como yo.

La construcción del CUNORTE me dejo boquiabierto y no precisamente por su bonita semblanza sino porque la mayoría de los estudiantes son fuereños y muy pocos Colotlenses se están beneficiando de la oportunidad que muchos hubiéramos querido pero en aquel entonces nos fue imposible.

No hay nada malo en que otros jóvenes busquen superarse en Colotlán lo que me da mucha tristeza es ver que nuestros parientes o hijos de amigos no tengan el deseo de superarse o de crear nuevas fuentes de trabajo para evitar que nuestro pueblo se convierta en una copia mal forjada de nuestra vecina ciudad Tlaltenango . Digo esto porque es evidente que nuestros grandes jefes del comercio como los Señores del León , Ortega, Macias y unos pocos mas que se preocuparon mas por el capital que por la generación de empleos en su comunidad y hoy han quedado en el olvido por no tener una mente abierta con ideas que propongan un bien comunitario, dejándole así la plaza libre a personas de pueblos aledaños que lo único que han hecho es llevarse nuestros ingresos a su lugar de origen y forzarnos a comprar sus productos de mala calidad y a precios elevados que ni aquí en Estados Unidos se ven, si no la creen echenle un vistazo al "RICHARTE" quezque ropa güena y de calidad.

Lo mismo ocurre con el pitiado que tiene mas copias fraudulentas que un cd de Paquita la del barrio donde quiera te venden el pitiado que muchos comerciantes ni siquiera se dan cuenta lo que hacen al matar una tradición de siglos.

Cada vez que visito Colotlán mi corazón deja de latir por unos momentos al solo sentir que he llegado al pueblo de mis amores y ver a la gente que me vio crecer, familiares y amigos que aunque algunos están ausentes como yo con el simple hecho de ver sus casas y estar ahí mi mente me proporciona esa alegría que solo esta en mi memoria y la de ellos.

Colotlán no es un pueblo mas, es el lugar que me definió como un ciudadano con integridad y muy orgulloso de ser colotlense y representarlo por méritos propios en un lugar de USA que tiene alrededor de 2500 colotlenses respetados por ser trabajadores, alegres y vaquetones para no variar con los otros paisanos de Michoacán, Guerrero, Colima........etc
La génesis


Simplemente apareció, nadie supo de donde vino ni porqué, al principio pasó desapercibido y todos creyeron que se trataba de uno más de esos males pasajeros que igual que llegan se van. Pero hacía tiempo que aquello ya no era vida, que en los rostros de los habitantes de aquel pueblo se reflejaban las dolencias arrastradas durante siglos, en sus ojos la maldad que había encontrado un cálido cobijo para crecer y alimentarse, llenaba una a una las caras de la gente. Nadie se interesó sobremanera, era quizá un acontecimiento entre muchos otros de los que a diario salpican la vida de una sociedad acostumbrada a lo inaudito, a sobrevivir catástrofes que una y otra vez la reducían hasta sus cimientos y a sus hombres a unas pálidas sombras en las que no había lugar para la conciencia o la memoria. Esta memoria, que no pudo abrirse paso hasta nosotros, nos impidió ver la gravedad de nuestros males, y no es que no tuviésemos hombres sabios que entre sus palabras tuviera alguna que nos despertara, y tampoco que no hubiese hombres probos que intercedieran por nosotros ante dios nuestro señor, ni razones por las cuales no buscar un destino más halagüeño, sino que el mal ya estaba plantado, sus semillas habían germinado y echado raíces en lo más hondo de nuestra carne y en lo más recóndito de nuestra conciencia, y si hubiésemos combatido para librarnos de él, hubiese sido una lucha estéril en la que bien poco hubiéramos logrado, y más aún; si ese mal se hubiera vuelto hacia nosotros habríamos descubierto que su rostro era uno más de nuestros rostros, deambulando desde siglos por las mismas calles por las que ahora transito.
Desde los lejos tiempos en que vagábamos insomnes, ya vivíamos cubiertos apenas por los mínimos ropajes y llenos de dibujos multicolores que adornaban la piel para terror de propios y extraños, y nuestros abuelos quienes llegaron a practicar con lujo de destreza el difícil arte del engaño y la traición nos legaron en tales menesteres, un sitial de honor que hasta la fecha conservamos.
Para recordar tristes historias, baste nombrar algunas de ellas, como aquella cuando en un lapsus de infinita soberbia quisimos entronar a nuestro propio rey, y solo logramos que nuestra población fuera diezmada por los ejércitos del único rey permisible, y ni que decir, cuando por nuestro carácter desafiante, apoyamos causas perdidas desde siempre, simplemente para darnos el gusto de ser arrollados por la rueda de la historia, y qué de aquella otra ocasión cuando llevamos hasta el sitio de honor a uno de nuestros máximos exponentes y digno representante de la cofradía de la carroña para tratar, hasta donde fuera posible, de hundir a la nación en la podredumbre que nosotros bien conocemos. Todo esto lo digo para que sepan ustedes que el mal ya estaba ahí desde mucho antes, y que ahora nada más encontraba más anchos caminos para mostrarse en su total virulencia y que de nada servía cuanto hicieran por extirparlo; porque nadie se corta una mano, ni termina con la vida de un hijo. Fue por eso que nos dimos a la tarea de inventar leyes que al menos hicieran más llevadera el tránsito a la verdadera vida entre un plan de todos los días pleno de traiciones, asonadas, violaciones, puñaladas traperas, robos y mentiras. Al principio pareció dar resultados, porque la maldad encontró un camino allanado por tales brotes de civilidad y nacieron nuevos propósitos que tenían como encomienda, proveer lo necesario para que este mundo fuera el principio de un nuevo mundo al revés, que cambiara por entero los preceptos sobre los que hasta entonces creía sustentarse y que, bajo normas que legalizaran todo tipo de excesos, prosperara hasta ver a nuestra población debatirse entre una cauda de pasiones pervertidas que la llevaran inexorablemente a la muerte. Así fue como se cerró la historia para una comunidad que tuvo la sabiduría para descubrir que su reino no era de este mundo, y que con la más tenaz de las voluntades se dio a la tarea de sumar esfuerzos y sentar las bases que pronta y eficazmente la llevaran al único lugar en el universo al que verdaderamente pertenecía; el infierno.